jueves, 7 de febrero de 2013

Reseña del documental ¿Y tú cuánto cuestas?




Por Roberto A. San Martín
Desde niño visité este país casi año tras año y lo ha visto crecer de desarrollarse, pero - sobre todo- LO HE VISTO TRANSFORMARSE EN OTRO PAIS.
 Cuando yo venía aquí a jugar los campeonatos infantiles de pelota con mi escuela, Miami era un pueblo puequeño. Algo en La Playa, Flager con muchas tiendas que me parecían estar siempre llenas de cubanas que venían los fines de semana a comprar en ellas, y un para de calles y avenidas a cada lado. Otra cosa era Liberty City, para mí una ciudad llena de magia. Y Haileah que era, sobre todo, la finca donde un matromonio americano nos recibía con mucho cariño y unos pasteles de manzana o calabaza que todavía me hacen agua la boca.
Las casas se quedaban abiertas, las bicicletas estaban en las calles y no necesitaban cadenas y los autos permanecían con ventanillas y puertas también abiertas, porque no pasaba nada por eso.
En las casas, a veces, había un televisor en blanco y negro de unas 17 pulgadas y hecho en los EEUU, como casi todos los productos que se consumían, tanto en Miami, como en San Agustín y en Boston, que fueron las ciudades que conocí por ese entonces. Todas muy parecidas. Bostón muy señorial y diferente a las demás. pero todas, llenas de personas amables, dispuestas a contestarte una pregunta a orientarte para llegar a un lugar . en fin, gente común, campechana y de trabajo.
Por entonces, en la casa trabajaba el hombre y la señora cuidaba de los niños -que solían ser más que ahora: cuatro, cinco, seis- nada del límite de dos que HOY conocemos. No era raro ver, en el país del "General" Electric -así le decíamos a GE-  ropas tendidas en los patios como en nuestros países. Había poco estrés, se ganaba bien (eso parecía) sobreba tiempo para vivir en familia y pasear en familia y hasta para visitar a la familia...
Ese es el país que conocí. Ese es el país que aprendí a amar y a respetar y ese fue el país que me brindó refugio muchos aõs después, cuando una tiranía me expulsó del mío. Pero todo había cambiado en el país. Ya no era el mismo.
Cada casa tenía varios televisores y automóviles y mucho estrés. En cada familia trabajaban el hombre y la mujer. La vida familiar no se parecía en nada a la que recordaba y los pasteles de calabaza y de manzana se comprabana hecho en Publix.
No, no era igual, pero era el mismo. El mío, por adopción, y yo lo amaba tanto como entonces.
Entonces me pregunto que ha cambiado y choco con este título casi ofensivo: “¿Y tú cuánto vales?”
Y me pregunté muchas veces el porqué de la casi ofensiva pregunta y ahora te pregunto a ti:
¿Cuándo cambió todo esto? ¿Qué pasó? ¿Dónde quedó el país que conocí?
Yo no me veo como se me describe en el documental y no veo a mi país (EN LA ESENCIA DE SUS HOMBRES Y EN LA DE LA NACION) como ellos la describen... Pero no dejo de pensar que hemos debido estar DORMIDOS mucho tiempo para ver la verdad que HOY, al despertarnos, nos rodea como una realida distinta que ha ido formándose a nuestro alrededor y nos ha convertido en otras personas, pero lo peor de todo ES QUE LO HECHO CON NUESTRO PERMISO al menos no se lo hemos impedido, nos ha sido más fácil cerarr los ojos a LA REALIDAD que se iba transformando porque nosotros OMITIMOS EJERCER NUESTRO  DERECHO  COMO PODER SOBERANO y nos dejamos traer hasta donde estamos ahora.

Y aquí va mi pregunta: YA ESTAMOS LISTOS Y PIDPUESTOS A DESPERTAR para regresar el país a sus raíces?
S.M. (San Martín/También puedes leer sin máscara. Hago la aclaración porque se ha puesto de moda decir cosas escondidos detrás de una máscara –tomada de filme, por cierto- y firmarse
“Anónimo”. Y eso no es necesario, ni es viril, según mi forma de verlo como norteamericano.



 ‎"Cuando el poder del amor supere al amor al poder el mundo conocerá la paz" -Jimi Hendrix. Míralo, entiéndelo o, por lo menos, piensa en lo que aquí se dice. Si lo haces, comenzarás DESPERTAR y podrás contestar DE VERDAD la pregunta del título. ¿Y tú, cuánto cuestas?
S.M. (sin máscara)