lunes, 19 de abril de 2010

Las damas de la dignidad


Para conmemorar el aniversario de La Primavera Negra, un grupo de madres, esposas e hijas de los encarcelados marcharon -como cada año- por las calles de la capital cubana. Pero en este marzo la marcha unía a una madre que expresaba el dolor de su hijo muerto en un Asesinato de Estado, Reyna Luisa Tamayo Danger -en la foto cuando es conducida a la fuerza por otras mujeres oficiales de la policía política de la tiranía.
¿Por qué tanta rabia en el rostro -en la foto- de esta oficial del Ministerio del Interior? ¿Acaso no es la progenitora de un “simple delincuente común’’¿De un loco que únicamente quería tener un televisor en su celda?
¿Por qué tanto odio? ¿Quién era Orlando Zapata Tamayo realmente?
Dejemos que lo cuente alguien que lo conoció, tal cómo lo narra en una carta a los tiranizan Cuba desde su lecho de muerte: “Denuncio al aparato de propaganda ideológica de su partido -escribe a los hermanos Castro Guillermo Fariñas- por querer presentar al finado Orlando Zapata Tamayo, como un preso común. Personalmente conocí al asesinado cuando era militante de la Unión de Jóvenes Comunistas y obrero de la construcción en el hotel Parque Central. Allí Zapata Tamayo, recibió la tarea como adepto a su régimen, de refutar lo que se planteaba en las “Peñas Democráticas del Parque Central”.
Tras ver pruebas en los cuerpos de los expresos políticos, como bayonetazos, mordidas de perros y otras formas de tortura, además de leer literatura considerada subversiva, donde se demostraba la falacia que significó lo que es el Castrismo, como por ejemplo, quemas del 90% de los llamados por usted “Bandidos del Escambray”, quienes en realidad eran guerrilleros anti-comunistas, habían sido miembros del Movimiento 26 de Julio o del Ejército Rebelde antes del triunfo de la Revolución Cubana.
Ante la cruda verdad Zapata Tamayo comenzó a colaborar con la disidencia cubana, razón por la cual resultó separado de forma definitiva de la U:J:C y cesanteado de su trabajo como Albañil-plomero y le fue aplicado el Decreto Ley # 217, que no les permite residir a los orientales en la capital del país. Por tanto si esto ocurrió entre los años 1999 y 2000 son espurios todos los delitos comunes imputados al asesinado’’, concluye enérgicamente Fariñas, desde el lecho donde quiere lograr que su muerte haga crecer la antorcha de la libertad patria.
Es eso lo que genera el odio y aterra a los criminales que no soportan imaginarse el momento en que pudieran ser juzgados por todas las atrocidades cometidas contra el pueblo cubano.
Es el miedo al derrumbe que ven aproximarse que se llevará en su caída los privilegios y la impunidad de las que hoy alardean ante un pueblo que, pese a la brutalidad destilada por el régimen ven, para su asombro, como cada día es más insumiso.
Y tienen razones para golpear, torturar, matar y dejar morir de hambre a los valientes que -pese a toda su fuerza- se rebelan. Porque los saben Luz y conocen que cuando logra un rayito de luz (por pequeño que sea) logra penetrar la oscuridad más negra: la ilumina sin que nada pueda detenerlo.
A ese pequeñísimo haz de luces que brotan de los opositores, de los presos, de Las Damas, de los mártires, incluído Zapata -el más reciente- y Fariñas, pero también el próximo que aún no conocemos; es lo que les hace estremecer de pánico, porque pueden transmitir su Luz y transformarse en halo que rodee al pueblo para entonces ya el centro lumínico que traerá La Libertad Patria!
¿Qué opina usted?