Por Roberto A. San Martín
Desde niño visité este país casi año tras año y lo ha visto
crecer de desarrollarse, pero - sobre todo- LO HE VISTO TRANSFORMARSE EN OTRO
PAIS.
Cuando yo venía
aquí a jugar los campeonatos infantiles de pelota con mi escuela, Miami era un
pueblo puequeño. Algo en La Playa, Flager con muchas tiendas que me parecían
estar siempre llenas de cubanas que venían los fines de semana a comprar en
ellas, y un para de calles y avenidas a cada lado. Otra cosa era Liberty City,
para mí una ciudad llena de magia. Y Haileah que era, sobre todo, la finca
donde un matromonio americano nos recibía con mucho cariño y unos pasteles de
manzana o calabaza que todavía me hacen agua la boca.
Las casas se quedaban abiertas, las bicicletas estaban en
las calles y no necesitaban cadenas y los autos permanecían con ventanillas y
puertas también abiertas, porque no pasaba nada por eso.
En las casas, a veces, había un televisor en blanco y negro
de unas 17 pulgadas y hecho en los EEUU, como casi todos los productos que se
consumían, tanto en Miami, como en San Agustín y en Boston, que fueron las
ciudades que conocí por ese entonces. Todas muy parecidas. Bostón muy señorial
y diferente a las demás. pero todas, llenas de personas amables, dispuestas a
contestarte una pregunta a orientarte para llegar a un lugar . en fin, gente
común, campechana y de trabajo.
Por entonces, en la casa trabajaba el hombre y la señora
cuidaba de los niños -que solían ser más que ahora: cuatro, cinco, seis- nada
del límite de dos que HOY conocemos. No era raro ver, en el país del
"General" Electric -así le decíamos a GE- ropas tendidas en los patios como en nuestros países. Había
poco estrés, se ganaba bien (eso parecía) sobreba tiempo para vivir en familia
y pasear en familia y hasta para visitar a la familia...
Ese es el país que conocí. Ese es el país que aprendí a amar
y a respetar y ese fue el país que me brindó refugio muchos aõs después, cuando
una tiranía me expulsó del mío. Pero todo había cambiado en el país. Ya no era
el mismo.
Cada casa tenía varios televisores y automóviles y mucho
estrés. En cada familia trabajaban el hombre y la mujer. La vida familiar no se
parecía en nada a la que recordaba y los pasteles de calabaza y de manzana se
comprabana hecho en Publix.
No, no era igual, pero era el mismo. El mío, por adopción, y
yo lo amaba tanto como entonces.
Entonces me pregunto que ha cambiado y choco con este título
casi ofensivo: “¿Y tú cuánto vales?”
Y me pregunté muchas veces el porqué de la casi ofensiva
pregunta y ahora te pregunto a ti:
¿Cuándo cambió todo esto? ¿Qué pasó? ¿Dónde quedó el país
que conocí?
Yo no me veo como se me describe en el documental y no veo a
mi país (EN LA ESENCIA DE SUS HOMBRES Y EN LA DE LA NACION) como ellos la
describen... Pero no dejo de pensar que hemos debido estar DORMIDOS mucho
tiempo para ver la verdad que HOY, al despertarnos, nos rodea como una realida
distinta que ha ido formándose a nuestro alrededor y nos ha convertido en otras
personas, pero lo peor de todo ES QUE LO HECHO CON NUESTRO PERMISO al menos no
se lo hemos impedido, nos ha sido más fácil cerarr los ojos a LA REALIDAD que
se iba transformando porque nosotros OMITIMOS EJERCER NUESTRO DERECHO COMO PODER SOBERANO y nos dejamos traer hasta donde estamos
ahora.
Y aquí va mi pregunta: YA ESTAMOS LISTOS Y PIDPUESTOS A
DESPERTAR para regresar el país a sus raíces?
S.M. (San Martín/También puedes leer sin máscara. Hago la
aclaración porque se ha puesto de moda decir cosas escondidos detrás de una
máscara –tomada de filme, por cierto- y firmarse
“Anónimo”. Y eso no es necesario, ni es viril, según mi
forma de verlo como norteamericano.
"Cuando el poder del amor supere al amor al poder el mundo conocerá la paz" -Jimi Hendrix. Míralo, entiéndelo o, por lo menos, piensa en lo que aquí se dice. Si lo haces, comenzarás DESPERTAR y podrás contestar DE VERDAD la pregunta del título. ¿Y tú, cuánto cuestas?
S.M. (sin máscara)